A Mel y su ya marido Choc los conocí en un bar del pueblo donde vivo. Hacía mucho que viajaban por el mundo. Ella es colombiana y él argentino, pero habían pisado Nueva York, México y Suiza. Entre tantos puntos en el mapa, no podía faltarles una isla. De hecho, fue un amigo suyo quién les recomendó que se pasaran por Menorca y, menos de 24 horas después de haber puesto un pie en ella, decidieron que querían darse el sí quiero en medio del Mediterráneo.
Con tanto salto intercontinental, los invitados llegaron de por todas partes: Estados Unidos, Colombia, Argentina, México, Francia, España, Reino Unido…toda una boda multicultural. Los novios me habían pedido algo campestre, así que celebramos el enlace en medio del campo, en la ermita de Binixems, durante el mes de junio.